Tengo como una
santa religión, eso de revisar mi Facebook antes de levantarme de la cama todas
las mañanas. Me encuentro con lo de siempre: las oraciones de quienes creen que
Jesús habita en la red, las fotos de medio Malambo ‘enmaicenado’ –por aquello
del 1 de enero-, y las infaltables frasecitas de motivación, que parecen
escritas por un selecto grupo de mujeres, autodenominadas en nuestra sociedad
como “bendecidas, afortunadas y prosperadas en el Señor”.
Pero entre tanta
basura, me llama mucho la atención la cantidad de fotos que se suben a una
red social como Facebook. Según un estudio realizado por Photoworld y publicado en el diario El Comercio de Perú, los
1,4 mil millones de usuarios del ‘Feis’ –como cariñosamente llamamos a
la red de Markito Zuckerberg- comparten alrededor de 4.501 fotos por segundo. ¡Nojoda!
Estaríamos hablando de 270.060 fotos por minutos, o sea, más de 16 millones de
fotos por hora. ¡DEMASIAO ESPANTAJOPISMO EN LA VIDA!
Pero hay algo notorio de todo esto, de lo que hablaré bajo
mi lengua viperina y es que de esas 16 millones de fotos montadas por hora, al
menos un 40%, es decir unas 7 millones de imágenes son de bodas, casamientos,
empeliculadas barras de esas. ¡Hey, que locura! Y no miento.
Al menos en mi pequeño círculo de “amigos” que sobrepasan
las 1.000 personas en Facebook, a diario veo un álbum de boda. Y los he visto de
todos los tamaños: grandes, chiquitos, opulentos, chichipatos, con el mega
sacerdote, en la mega iglesia, o en la oficina más triste de una notaría. En
fin, los he visto todos y de todas las formas; lo único similar son los gestos
de quienes se casan, porque todos se ven felices.
Entonces, me pregunto: ¿sé es feliz casándose? ¿Por eso todo
el mundo se casa? #EnBuscaDeLaFelicidad a lo Will Smith y su pelaito.
Le preguntaba a una de mis mejores amigas del colegio -que
me sorprendió con la noticia de que se casaba- ¿niña y eso de casarte, por qué?
Mi pregunta surgió luego de conocerle más o menos media docena de novios desde
la pubertad hasta “la víctima” actual.
Mi amiga me dijo –De pronto llegó este queriendo bailar
conmigo, y no sabe bailar y tampoco le gusta bailar, pero lo hace porque es
conmigo con quien quiere bailar y nada más.
Me desarmó con su valiente discurso, la mujer del demonio esta. Entonces entendí que
la ‘ruchera’ por casarse viene del amor. Pero no, me niego a esa conclusión y sigo con mis dudas… Dudas que
iré solucionando mientras organizo mi propia boda. La boda de Chocoro.